Un enemigo del talento


Se trata del caso de empleados que vemos que destacan en el desempeño de sus funciones. A medida que transcurre el tiempo, los vemos o recibimos informes del superior inmediato tal vez, de que estas personas realizan mejor que otros su trabajo. Tiene iniciativas, es rápido, tiene más habilidad, resuelve problemas o inclusive, ya es un referente entre sus compañeros.

Con entusiasmo e ilusión, comenzamos a seguirle más de cerca. Se producen reconocimientos, primero verbales, luego en su foja de servicio, bonos extraordinarios y demás. Entonces, decidimos que llegó el momento de una promoción. Le proponemos así, hacerse cargo de un grupo de trabajadores. Entendemos que sus cualidades ayudan para dar ejemplo, es confiable y sus compañeros también lo valoran.

Con la supervisión (o gerencia), vienen otros aspectos, tales como elaborar informes, efectuar tareas de control, prever situaciones o proyectar resultados conforme la complejidad del trabajo que tiene entre manos. Si bien pudimos haberle dado charlas al respecto o enviado a realizar algún tipo de curso, notamos que algo está pasando. Estas personas son gente de acción; les pedimos ahora que además de poner en funcionamiento su liderazgo, desarrollen ahora una labor que exige análisis, previsión, evaluación y exposición de puntos de vista o resultados.

Las cosas no salen como lo previmos. Sus análisis son superficiales, no presenta los informes en tiempo y forma, se producen los primeros roces con su gente a la hora de exigir y hasta con nosotros mismos el relacionamiento se muestra tenso o con rasgos de inconformidad (mutua).

Lo que ha ocurrido es que sacrificamos un buen empleado (talento) forzando a convertirlo en supervisor, jefe o encargado. Aquí nuevamente, nos encontramos con un clásico que también debemos tener en cuenta a la hora de considerar un ascenso o nombrar un nuevo supervisor, jefe o gerente. Si no reaccionamos a tiempo podemos perder en ambos sentidos, es más, la mayoría de las veces un ascenso ya realizado no se puede suspender y todo se complica para esta persona y para nosotros mismos.

Tengamos entonces en cuenta este factor y busquemos la manera de hacer pruebas previamente. Veamos como se comporta tomando el cargo por excepción durante un tiempo, como un reemplazo o pasantía y luego terminemos de decidir para que con las menores consecuencias negativas posibles obtengamos los mejores resultados

2 comentarios:

  1. Cierto. Hay colaboradores para los que una promoción en realidad es un castigo. O es una deformación nuestra que entendemos que promocionar a una persona significa siempre darle presillas, ascenderlo en un escalafón. ¿Reminiscencias castrenses en nuestra educación? No se. Si se que Martín Mercado, en un hilarante monologo sobre la publicidad dice que a un buen redactor creativo, que hace buenos avisos, se lo promueve a Director Creativo, donde no hace nada.
    Para divertirse y entender: http://www.youtube.com/watch?v=DtQ31m6CZ54

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  2. Muy apropiado tu comentario! Gracias por tu contribución.

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