Se trata de un tema cotidiano para quien tiene a su cargo una gerencia,. ya sea general o departamental. Siempre hay un plan, un cronograma, un presupuesto o un flujo de caja.
Se trata de la ansiedad propia, de los colaboradores y también de nuestros superiores, ya sea otro gerente, un directorio o el propietario individual, también de clientes y proveedores.
Requiere templanza. Administrar la ansiedad es un trabajo político, de recursos humanos, pero también de prioridades y desempeño de funciones. Es un recurso crítico.
Debe compensarse con un apropiado flujo de información, hablar con claridad pero atenuando aristas o asperezas. La ansiedad se produce muchas veces por no haber sido totalmente honestos en el inicio o en el momento de definir un cronograma. Muchos gerentes pecan por exceso y otros por defecto en este punto. Pero como gerentes tendremos que armarnos de valor e informar lo que corresponda si es que ese resultado no va a producirse como se planeó. La ansiedad puede culminar con desagradables situaciones que podrían producir inclusive hasta la pérdida de nuestra posición, la pérdida de un cliente o un proveedor.
Debemos generar reportes parciales, insistir en lo ya logrado, pero señalar también situaciones o variables que no están en nuestras manos y/o que su gerenciamiento no puede asegurar un resultado concreto. En general en estas situaciones no debemos ser verborrágicos pero si inteligentes en el apropiado uso del lenguaje.
El gerente que maneja apropiadamente la ansiedad de terceros y la propia, desarrolla una característica muy valorada por su entorno. Conviene reflexionar el rol de los “cancilleres” por ejemplo, de muchos personajes que en la historia que ocuparon estos puestos en situaciones críticas. Cuanta ansiedad para gerenciar que tuvieron!! Controlémosla entonces, y convirtámosla en nuestra aliada.
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