Por miedo a la crítica, la prudencia?

En el ámbito que nos toque desempeñarnos siempre surgirá el fantasma (o no) de la crítica. La espontaneidad para muchos es un arrojo imprudente, para otros, es decir lo que se piensa sin fingir. Una broma puede ser tomada como una ofensa cuando menos lo esperamos. El otro extremo sería, eliminar el sentido del humor ? Definitivamente las culturas que cada uno de nosotros porta puede hacernos proclives a extremos que nunca son buenos consejeros. En ese sentido, debemos tener en cuenta que en ciertos ambitos, lo importante es participar, opinar, recibir aprobaciones o tal vez, por que no, desaprobaciones. Muchas personas por evitar caerles mal a Juan o a Pedro, siempre guardan "la compostura" o generalmente apenas se les escucha. Otras veces es el temor a presentes o futuras represalias. Estará correcto vivir así ? Pues cada uno tendrá que decidir. La experiencia personal nos ha marcado rumbos y nos ha mostrado resultados de nuestra forma de ser. Definitivamente un gerente, o una persona con vocación a tratar a la gente, no podrá convivir con el silencio de su parecer, sentir o pensar en nombre de la prudencia. Tal vez se exponga a duros rotulos, pero al fin de cuenta las intenciones también cuentan y no podemos hacernos cargo permanentemente de los miedos y sentimientos de los otros cuando nos censuren o tipifiquen. A estas alturas, es importante medir las distancias de nuestras palabras, es cierto, pero recordemos también, que tantas y tantas veces la omisión o abstención de comentarios han sido las grandes culpables de injusticias o de perder oportunidades de debates constructivos o de decisiones colectivas trascendentales.

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