Revisando material para esta reflexión de hoy, encontré uno que dice: Las "relaciones públicas tienen por objeto mantener, modificar o crear una imagen de personas e instituciones, para obtener una opinion favorable del público con el que se relaciona". Definitivamente desde que tenemos conciencia vamos siendo influenciados por imágenes de distintas personas y cosas. Las imágenes no siempre tienen que ver con la realidad y, sin profundizar psicologicamente, hemos de reconocer que aunque dos personas vean la misma cosa, conforme lo que ya tienen en su subconciente, interpretarán y sentirán tal vez lo mismo o tal vez diferente. Sin embargo, para no caer en callejones sin salida, por el otro extremo nos encontramos con personas e instituciones que realizan esfuerzos importantes para que el público (nosotros) los veamos de una manera concreta aunque como decimos en hemisferio sur de América, Juan Pueblo suele tener ya una opinión formada de ello. En medio, en esta oportunidad, tenemos las dudas...o sea, aquellas imágenes individuales o corporativas que nos resultan muy dificil de calificar.
Y mi primera reflexión es que, lógicamente será mucho más fácil proyectar una imagen propia si refleja verdaderamente lo que somos que si debe reflejar lo que no somos. Tambien encontramos muchos personajes u hombres públicos que, debido a su poca predisposición al contacto con los demás, generan una imagen negativa o anti social que no necesariamente coincide con quien realmente es.
Las relaciones públicas como tales, se han aplicado para distinto tipo de cosas. Para transmitir seguridad, aceptación social, honradez, autenticidad o desde hace un buen tiempo a esta parte, por ejemplo, identificación con lo ecológico, con lo que armoniza con el ambiente, etc...Una vez más tendríamos que analizar también si nuestra imagen personal y corporativa es coherente con lo que somos. A su vez testear con ese bendito público del cual vivimos, si esa imagen que queremos proyectar coincide con la imagen que ellos tienen de nosotros. Resulta que, como mencioné en otros artículos, hay un buen número de organizaciones que padece el "síndrome de la vaca atada" o sea que cree que las cosas están a su favor y por ende poco caso le hace a esta imagen que podría estar proyectando en su público.
En esta cuestión encontramos inclusive a instituciones educativas, que por ejemplo proyectan la imagen de estar acompañando la educación de los alumnos con la tecnología y los avances que hay en la materia, para que estos lleguen a ser idóneos y competitivos, acorde a los desafíos del presente y del futuro (idearios de por medio) y sin embargo cualquiera de esos chicos tiene más tecnología y avances en su bolsillo que lo que dicha institución les ofrece (inclusive con importantes pagos mensuales). Claro que la imagen de tradición, buenos contactos o prestigio es irresistible para los padres a la hora de elegir y por lo tanto, conciente o inconcientemente sucumben a la tentación de dejarles allí.
En otras palabras, en materia de relaciones públicas nuevamente encontramos un fuerte contenido ético y profesional en los involucrados. Para evitar dolores de cabeza, lo más sencillo es ser consecuentes, prometer solo aquello que podamos cumplir y reconocer apropiadamente cuando se ha producido una situación indeseada. Probablemente los expertos dirán que si las cosas fueran así de fáciles no tendríamos por que profundizar tanto. Pero he aquí una nueva reflexión: En la medida que mantengamos simples a las cosas, más faciles serán durante todo el proceso.
Vivimos y seguiermos viviendo tiempos donde la tecnología nos brinda cada vez más opciones para hacer cosas, con más confort, facilidad, belleza si se quiere. Concebida para que todo se haga más simplemente, con menos esfuerzo cada vez, para aprovechar más nuestras capacidades y lograr más con menos (o con lo mismo). Sin embargo pareciera que desaprovechamos generación tras generación esas oportunidades. Y claro está, cuando nos desfasamos y lo negro debió haber sido blanco o lo injusto debió haber sido justo, comenzamos a construir esas máscaras de la cual habla la psicología y salimos al frente con las herramientas de las relaciones públicas para superar la situación.
Lo logramos ? Preguntemosle a Juan Pueblo. Pues este señor, que no siempre es tan formado académicamente como quiseramos, tiene un fino olfato para analizar las cosas y tarde o temprano, nos guste o no nos guste descubrirá la verdad por más sofisticadas que hayan sido nuestras estrategias y tácticas de RRPP.
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