Maslow, educación en valores y consumismo



Como señalé en otras oportunidades, continuamente rescato de los encuentros en la cátedra universitaria, distintos temas que hacen a esta columna  gracias a las inquietudes de tantos y tantos estudiantes que asisten a clases noche tras noche, donde ejerzo esta enriquecedora profesión. 

Recientemente le tocó el turno a Maslow y su pirámide o la llamada jerarquía de las necesidades humanas. Particularmente hubo una frase que de inmediato llamó mi atención en uno de los materiales consultados. Al referirse a la diferencia entre las necesidades primordiales o de déficit y las de orden superior un estudiante leyó: “Se diferencian en que mientras que las necesidades de déficit pueden o no ser satisfechas, la necesidad de ser es una motivación contínua…”

De inmediato surgieron opiniones acerca de la adquisición de ciertos bienes y servicios ya que en muchas ocasiones, dejan de ser satisfactores de una necesidad básica para convertirse en satisfactores de reconocimiento en una sociedad que crece y crece en imágenes o modelos de éxito y aparente prosperidad o bienestar. Un estudiante, aportó entonces su reflexión acerca de los valores que cada uno tiene como elemento fundamental para dejarse llevar por esas propuestas. Para ello, citó un artículo del periodista Marcelo Berenstein que dice: “Con la creación del Estado moderno , se buscó promover valores mediante la pedagogía, la escuela pública y el empleo que nacieron con la segunda revolución industrial. En la actualidad, estos conceptos están cuestionados por el derrumbe del empleo y por el reflejo de una educación en crisis”.

Efectivamente no resulta nada fácil para la sociedad,  la diferenciar entre  la necesidad de ser y la necesidad de tener. Pareciera que la obsolescencia cada vez más acelerada de la tecnología se contagia a lo humano, lo natural e inclusive a los valores. Así entonces,  esta vez yo encontré  en el mismo periodista una frase aleccionadora: “La conciencia moral exige hacer algo con  la gestión, el despilfarro, la depredación del ambiente, la contaminación y la corrupción”.  

Estas cuestiones que parecieran estar más bien en el campo filosófico que de la vida cotidiana de las organizaciones empresariales, también deberían tener un espacio para ser abordadas con nuestros colaboradores. Existen muchas maneras, como ser, talleres, seminarios, lecturas, foros en las plataformas informáticas destinadas a capacitación (e-learning) o simplemente en los espacios vinculados al bienestar de las personas que componen la empresa. Debemos recordar que pocos tienen la oportunidad de estos espacios en su vida cotidiana y que por el contrario, permanentemente reciben el influjo de un consumismo voraz que afecta sus expectativas, sus prioridades y por ende su desempeño y proyección como empleado (llámese trabajador o ejecutivo) y como persona. 

Particularmente considero que a la par del progreso tecnológico en su más amplio sentido, debemos promover la priorización de iniciativas que hagan crecer a nuestra gente, tanto en capacidades técnicas u operativas como en aspectos vinculados al orden humano personal y social. 

Finalmente recordemos que la coherencia y el ejemplo, son los pilares fundamentales para la obtención de resultados. Lo contrario será sin lugar a dudas, el origen de la decadencia y el abandono del camino hacia el crecimiento y el bienestar,  en la organización misma y en toda la sociedad.

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