Con bastante frecuencia, los médicos suelen
encontrarse con casos que podríamos caracterizar como paradógicos. Un de ellos
es el que involucra a una madre que llega al consultorio muy afligida indicando
que su hijo tiene fiebre….De inmediato, el profesional realiza la pregunta básica:
Que temperatura tiene el niño? La respuesta suele ser: No sé…no se la he
tomado, pero tiene fiebre….Como sabemos, una cosa es que el niño tenga treinta
y nueve, otra treinta y siete y otra muy distinta es que tenga menos. Claro que
la madre suele replicar…le conozco a mi hijo y “se cuando tiene fiebre”.
Finalmente para evitar continuar con ese enfoque, de inmediato el médico
propone colocarle un termómetro al niño y así verdaderamente comenzar un diagnóstico
serio que conduzca a la cura o la generación del tratamiento que requiere.
En muchas empresas suele ocurrir lo mismo con el clima
organizacional. Si recurrimos a Wikipedia, encontraremos esto: “Es el nombre
dado al ambiente generado por las emociones de los miembros de un grupo u
organización, el cual está relacionado con la motivación de los empleados. Se
refiere tanto a la parte física como emocional”. Personal y profesionalmente
considero que el clima organizacional es la piedra angular de su funcionamiento
y por ende sus resultados y supervivencia en el tiempo.
En este sentido, al igual que en la naturaleza, una
empresa puede seguir viva sin que ello signifique necesariamente que no esté
enferma, e inclusive esa situación puede representar un serio perjuicio a sus
miembros y a toda la sociedad.
La experiencia de la madre no es suficiente para
determinar el grado de fiebre del niño ni tampoco para indicar o abordar un
tratamiento, si fuera un síntoma de una enfermedad grave. Muchas veces, los
padres preferimos pensar que no es grave ya que nuestros sentimientos están en
juego y nos repele la idea de que corra riesgo su vida.
Son muchas las empresas que abordan estudios regulares
del clima organizacional a fin de comprender mejor lo que ocurre en ellas,
potenciar lo que está bien y corregir aquello que conspire contra tan
importante factor. Quedan aún muchas que lo hacen a medias o sencillamente
creen que “tocando la frente” podrán determinar si hay problemas o no, para adoptar posteriores medidas empíricas o
simplemente la automedicación.
Esta importante medición debería incluirse en el presupuesto
anual como la auditoría, ya se interna o externa. Tampoco nadie duda a la hora
de realizar el chequeo de una maquinaria o de un vehículo. Estos son
fundamentales para evitar accidentes, mayores gastos en una eventual reparación
o tener que detenerse en el momento y lugar menos indicado y no llegar donde
nos habíamos propuesto.
Como en el chequeo de la salud corporal, podremos
encontrarnos con focos de problemas donde menos lo esperamos. Si bien es
cierto, que en muchas oportunidades la dolencia es bien localizada, la
conclusión puede ser que el verdadero problema estaba en la “cabeza” y una
manera de actuar que a la larga , le afecta a tantos y tantos órganos
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