Las olas de Toffler y su revolución de la riqueza


Los primeros años de los 80, muchos estudiantes universitarios éramos sorprendidos por un libro llamado La tercera ola. Un libro digno de ser leído con la misma intensidad o pasión que los escritos por Verne o tal vez hoy en día, por los de J.K. Rowling pero con la necesidad de estar dispuesto a realizar una minuciosa decodificación desde lo más íntimo de nuestras convicciones o ciencias abrazadas como profesión.
El autor, que diez años antes publicara El shock del futuro, luego en el 2006 volvió a dirigirnos el haz de luz del futuro, con La revolución de la riqueza. Sus enfoques, “prenden al lector a páginas implacables que sin duda han de molestar a derecha e izquierda, a ricos y pobres, a creyentes y agnósticos..” como afirma el académico español Bernabé Sarabia.

Sin tantas altas pretensiones filosóficas,  sino más bien para llevar a cabo una reflexión concreta, dirigida a profesionales en nuestras vidas cotidianas, conviene repasar nuevamente diversos aspectos del pensamiento de este escritor futurista.

Precisamente, viviendo en la segunda década del siglo 21, tanto en el ámbito educativo como laboral empresarial,  privado o público somos capaces de reconocer las asincronías existentes entre la velocidad de los cambios producidos continuamente por la tecnología y los mecanismos institucionales. También debemos admitir, nuestra baja capacidad de corregirlas. Esto ocurre porque persistimos en el intento de interpretarlos y/o utilizarlos,  con nuestros antiguos modelos de pensamiento, con saberes o prácticas obsoletas, provenientes por ejemplo, de procesos sociológicos o culturales autoritarios e intolerantes  que ya no encajan y generan tal vez, mayores o nuevos problemas. En este punto, muchos intelectuales inclusive, anteponen razones éticas, religiosas o principistas que en buena parte de los casos, ocultan soberbia o la incapacidad a ser más tolerantes y abiertos,  en sociedades que exigen cambios para prosperar y ser mejores que en el pasado.

“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender…” (Alvin Toffler). El problema más grave de esta clase de analfabetismo, es que se da en quienes tienen la responsabilidad de conducir, de liderar, de gerenciar nuestras organizaciones públicas y privadas desde los cargos más altos hasta los cargos de jefatura o supervisión.

 Procuremos entonces visitar las playas de nuestro autoconocimiento y tratemos de surfear por las olas de Toffler. Intentemos salir del mar, que ya no es futuro sino auténtico presente, un poco más dispuestos para dejar aflorar a ese hombre nuevo que tanto necesita la sociedad, para recibir su merecido bienestar, favorecido por tanto progreso y prosperidad que la rodea.

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