Tiempo atrás un estudiante
de la universidad, dedicado a la comercialización de productos innovadores para
empresas e instituciones educativas compartió en nuestra clase un interesante
caso para reflexionar.
Se refirió que una de las
objeciones más frecuentes (y menos creíbles por cierto) de gran la gran cantidad
de ejecutivos que encontramos en el mercado, con escasas o nulas atribuciones
para decidir. Durante las entrevistas, siempre procura intercambiar pareceres acerca de los
beneficios de sus servicios, sin embargo, lamentablemente suele aparecer la
hipocresía (buenos modales) de argumentar que será imposible avanzar de ese
punto, ya que los planes y presupuestos
del año en curso no pueden ser modificados, así que muchas gracias y será tal
vez el año que viene…
Algo de verdad suele haber
en esto. Una lamentable verdad que consiste en que la mayoría de las empresas,
continúa manejándose con la misma rigidez que cuando se sostenía que la tierra
era plana, por lo tanto todo intento de salirse de ese “canon” es
automáticamente auto censurado por el propio ejecutor de órdenes (muy lejos de
ser un ejecutivo del siglo 21) aunque las nuevas propuestas sean excelentes
oportunidades de mejoras y beneficios para todos.
En otras palabras, por una
parte tenemos la que muy pocos ejecutivos o ejecutores de órdenes se atreven a
plantear propuestas por más buenas que sean porque hay directivos que no están
dispuestos a cambiar lo que ellos mismos decidieron fungiendo haberlo discutido
y consensuado con todos y por la otra, tenemos a los que directamente creen que
Taylor o Fayol fueron personajes bíblicos, que revelaron verdades divinas y que
está escrito que ni un plan de negocios ni un presupuesto se puede o se debe
cambiar, no importa que la tierra no sea plana o que es posible que el hombre
traspase la atmósfera y realice viajes espaciales.
Los presupuestos, los planes,
los organigramas no fueron concebidos como instrumentos de la santa
inquisición. A su vez, muy poco se puede
decir u opinar de aquel individuo que inclusive ocupa un cargo supuestamente
importante y que argumenta (para rechazar una excelente propuesta), que por
este año ya no hay nada que hacer respecto a ese punto, debido a que los planes
y presupuestos ya no pueden modificarse . Estos instrumentos fueron creados
para realizar ciertos razonamientos o facilitar la comprensión de principios
que en ningún momento alguien dijo que sean inmutables. Es como la
clasificación que los primeros zoólogos elaboraron con respecto a los mamíferos
(los que amamantan sus crías) y los reptiles (aquellos que ponen huevos).
Resulta que luego de descubrió al ornitorrinco que pone huevos y amamanta. Los
científicos en vez de cuestionar o modificar “la clasificación ideada”, se
pusieron a cuestionar por qué existe esa paradoja en la naturaleza…Es decir, el
ornitorrinco tenía ya diez mil años, pero algo allí estaba mal, no en la clasificación…(Fredy
Kofman).
La reflexión entonces va
para “los de arriba y los de abajo”. Tenemos que dejar atrás aquellos modelos
mentales que nos hacen convertir a todo o casi todo en inmutable. Racionalmente
sabemos que hasta lo que parece inerte o estático, no lo es, sin embargo, nos
aferramos por cobardía, inseguridad, comodidad o simplemente por auto censura pensando que así nos va a ir bien, a una gran
cantidad de cosas innecesarias o absurdamente rígidas.
La incongruencia queda
evidenciada también cuando se pontifica o exalta a que lo único seguro es el
cambio, sin embargo en vez de propiciar verdaderos procesos de aprendizaje y
crecimiento colectivos, se siguen utilizando modelos como “si tengo razón, tu
estas equivocado”, “convénceme de que tu propuesta es mejor que la mía”, “yo
gano, tu pierdes”, “todos opinan pero aquí mando yo”, “mi experiencia avala lo
que digo, tu parecer o enfoque no la pueden superar”, etc…
Reflexionemos entonces estos puntos para lograr, no solo un desempeño profesional exitoso sino verdaderamente un crecimiento cualitativo y cuantitativo de nuestras organizaciones.
Reflexionemos entonces estos puntos para lograr, no solo un desempeño profesional exitoso sino verdaderamente un crecimiento cualitativo y cuantitativo de nuestras organizaciones.